Una vez caminé más o menos 20 Km.
Salí con mi mejor amiga para ver a un chico de quien estaba enamorada, y ella muy lista, consideró buena idea dejarnos solos para que habláramos de nuestras cosas.
Esa entrevista terminó, como no, con una discusión.
Y lo peor es que no coordinamos muy bien con mi amiga cómo encontrarnos después (esto fue en una época previa a los celulares), de modo que me hallaba yo a una distancia bastante considerable de mi casa y sin un céntimo en el bolsillo.
Y si me cuesta pedirle a las personas a quienes les tengo confianza, la sola idea de pedirle dinero a desconocidos... era impensable. Primero muerta.
Así que apelando al orgullo que me ha mantenido a salvo en tantas ocasiones, me ajusté literal y metafóricamente mis pantalones y casi que crucé la ciudad de norte a sur, caminando.
Y para colmo, hice la ruta más larga (la del transporte público) porque era la única que conocía.
Tardé, si mal no recuerdo, poco más de tres horas, sin nada de comer o beber y aguantando las ganas de llorar.
Me sentía infinitamente abandonada.
Y entonces, una vez más la vida me recordó que estás sola, que en tu vida solo puedes contar contigo misma.
Y que nunca debes salir de tu casa sin suficiente dinero en el bolsillo.
Esa fue la primera de las largas caminatas que he hecho en mi vida.
Ayer, por problemas de movilidad en mi ciudad caminé poco más o menos 4 kilómetros y a todo el mundo parece sorprenderle.
Si supieran...
***
Siempre me ha gustado caminar, puedo caminar mucho y cosa rara, resisto bastante bien, más que otras personas más livianas.
Y ayer... Ayer caminé mucho y sin cansarme.
Cantando, sonriendo, todo el camino con el corazón liviano, hubiera podido caminar hasta el infinito...
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