El gato azul









Una vez tuve un Gatito Azul.






Creo que sobra decir que no me refiero a un animalito, sino a una persona. A una persona muy especial.
Todo ser humano tiene ciertos derechos, por ejemplo, los 15 minutos de fama a que se referia Warhol y para mi, entre ellos, está el de tener una pareja absolutamente "mostrable", la que todos te envidien.
Para mi fue mi Gatito Azul.
A él lo conocí casualmente en mi barrio: había una panadería regentada por un ejemplar de hombre realmente espléndido y su hijo, que no negaba los genes. 
Algo así como la frase de "Metal llama metal", todos los niños bonitos del barrio (y de varios aledaños) iban a ese lugar a cometer atentados alimenticios con gaseosas y rosquillas y las chicas caíamos como moscas solo por admirar tanta ricura (las del mostrador y las de las bandejas... :P ).
Dado que yo vivía muy cerca y por mi simpatía empecé a ser distinguida entre los clientes del local, me presentaban a sus amigos, y entre ellos a quien llamaré Lucas, aunque ese no es su nombre, porque yo le pongo nombres raros a todo el mundo y este se lo asigné a él.
Por esa época yo cursaba estudios en un instituto de formación técnica laboral y qué casual en mi vida, el trabajaba cerca.
Era absolutamente exhibible porque posee el ideal nórdico de belleza: altísimo, de piel clara, ojos deslumbradoramente verdes, cabello rubio, mejillas sonrosadas... 
Como toda chica lista (especialmente si eres demasiado lista), tenía mis enemigas (rara vez me hago odiar de los varones... o las nenas serán bien jodidas, que también puede ser) y hasta ellas tenían que quedarse calladas cuando él llegaba a recogerme y es que también mi actitud era la de una reina con un diamante: "Dirán lo que quieran, pero ustedes ni tienen ni tendrán alguien como él"
Lucas, además de ser un material de exposición, posee modales de lord inglés, viste como príncipe y posee esa aura de seguridad en si mismo que pocos tienen.
Sin embargo tal cuento de hadas no estaba destinado a durar, porque entre sus defectos aun no nombrados estaba el peor de todos: ser casi que patológicamente infiel.
En mi ciudad, a mitad de año, la alcaldía ofrece conciertos y eventos culturales gratuitos, así que un día fui con mi mejor amiga para que fuera con nosotras a uno de ellos y por X o Y razón no lo hizo. Y en ese concierto fui yo la que le puso los cuernos, (con mi único "amor de verano", pero ese es tema de otro post) aunque tengo la sospecha que él se me había adelantado, aunque ni sometido a potro de tormento confesaría. Hombre hasta el fin, porque fue lo bastante leal para confesar todo y hasta ahí llegamos como pareja.
Esa lealtad hace que sigamos siendo amigos. De cualquier modo eso no se consigue a la vuelta de la esquina.
Aunque fue una historia corta (estuvimos juntos solo unos meses), ciertamente hizo mella en mi corazón (decir que lo rompió sería demasiado) y la tristeza se me pasó en tiempo record y como debía ser, asociado a su animal: Un gatito maullando con entereza de gallo en lo alto de un techo. No sé porqué ver ese gato en esa actitud alivió mi corazón y pude seguirlo queriendo sin rencores ni líos sentimentales. Tanto así que meses después él se puso de novio con mi mejor amiga (no, no fue ella la que me lo pirateo.... Y como sea, se veían juntos muchísimo mejor de lo que nos veíamos nosotros) pero por su infidelidad crónica, la perdió. Y sé que aun, a la fecha, la extraña.
Él es la persona que vinculo con la canción Feel, que mencioné hace ya muchos post atrás:
"Feel" - Robbie Williams
Y no al decir "sentir" no me refiero precisamente a los sentimientos... :P


Como dije somos amigos, estamos pendientes el uno del otro en facebook, nos ayudamos y apoyamos...
El sigue siendo un Gatito Azul
Aunque ya no sea mio

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