El apuesto príncipe, decidido a correr aventuras, abandonó el reino de sus padres y montó en su caballo blanco. Cansado de recorrer caminos, y sediento, paró en el mesón de ese pueblo lejano y fue allí donde oyó la historia de la encantadora princesa, prisionera en una torre por un dragón.
Decidido a liberarla, pidió instrucciones a los lugareños y ya se imaginaba la agradecida cara de la princesa rescatada y saboreaba el beso que sin duda le concedería.
Estuvo varios días vigilando la torre, viendo en la lejanía al enorme dragón que parecía verde a la distancia. Y un día por fin se decidió a atacar, enfrentando ferozmente a su enemigo, faltando poco para derrotarle.
Y cuál no sería la sorpresa del príncipe cuando al acercarse para matar al dragón y así rescatar a la princesa, le sale ésta al paso, espada en alto dispuesta a defenderle?
Aprendió ese día que es imposible separar a quienes no quieren ser separados.
Cuento
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