No mojar tu pluma...

... en la tinta de la empresa.
Desde mi experiencia tener relaciones con gente de la empresa es pésimo.
Acostarse con tus jefes es malo y hacerlo con tus subordinados es peor.
Casi siempre esquivo las fiestas de le empresa, porque he conocido varios bebés concebidos en ellas.
Nunca he sido plato apetitoso para mis jefes (que buscan mujeres mucho más bellas para lucirlas) aunque hubo un par que gustosa me hubiera manducado.
Siempre he pensado que si yo fuera la amante de mi jefe, trabajaría más duro y haría mi trabajo mejor que nadie, para no dar lugar a maliciosos comentarios.
Menos aun resulto interesante para mis subordinados: mi actitud mierda y exigente los saca corriendo; soy de esas jefes a las que darles sexo no implica ninguna ventaja, más bien lo contrario.
Una sola vez me enredé con un par (un alguien que no era ni jefe ni subordinado), y ciertamente la vida se me puso patas arriba.
Un día, ese par fue mi jefe... y en mi antigua oficina fantaseé mucho con él. Ese departamento devenido en empresa se prestaba a las aventuras. Él nunca estuvo interesado en mí, así que de erotismo nada allí. Ni tan siquiera un beso. Él nunca supo (y creo que nunca sabrá) qué cositas pasaban por mi cabeza mientras lo veía sentado en su escritorio.
Eso debería haber encerrado bajo llave esas ideas en mi mente.
Hay recientemente, sin embargo, un personaje por acá, con el que he tenido que compartir trabajos y secretos. Lo que hacemos bordea la ilegalidad, y por tanto hemos tenido que depositar una porción de confianza el uno en el otro... Hemos hecho un pacto de protección y cuidado mutuo. Eso resulta extrañamente excitante: soy de esas personas que requiere algún tipo de vínculo emocional con su amante para que llegue a ser tal.
A veces me siento a su lado a trabajar. Creo que es una suerte que ambos tengamos oficinas compartidas -siempre ha habido mucha gente a nuestro alrededor- y que además, estén lejos la una de la otra.
He dicho ya que esos hombres con trazas de pelirrojos me provocan? Y él lo es.
Viste fatal, aunque sospecho que ya se merendó (por lo menos) a una de nuestra compañeras, la que le hizo el bien de enseñarle a vestir mejor y a usar colonia.
Fuma y eso si puede ser un grave impedimento para mi.
A veces temo que se me escurran las babas cuando lo veo, y trato de disimular, pero cuando le encargo los trabajos lo miro fijamente a esos ojos color chocolate que tiene y él me esquiva la mirada.
Pero hoy, mientras hablábamos de nuestros temas, noté que me miraba fugazmente y varias veces los labios y un escalofrío me corrió de arriba a abajo. O más bien, en sentido contrario. Oh si.
Y sin embargo nunca pasará nada.
Sé que es un hombre tímido y no dará un paso para enredarse con una jefe y tampoco yo daré ninguno para provocarle. Nada bueno podría salir de allí.
Y por eso es tan buen sujeto para las fantasías: Nunca me va a defraudar.
Nunca me dirá que no, o olerá a cigarrilo o a licor. No me dirá groserías o me maltratará. Jamás me dirá que no le gusta mi cuerpo o mi cabello o que sea tal y como soy.
Nunca se cansará de besarme y sus brazos no perderán la fuerza con que me aprietan.
Es un excelente sujeto para las fantasías porque nunca lo podré tener.
Y eso, me deja a salvo...
Una noche más.

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