huir

-De acuerdo. Entonces no olvides tú lo siguiente: existen seres, tanto hombres como mujeres, que los otros no pueden dejar de tocar, sea con el roce de una mano, un cariño en el pelo o el apretón de un músculo, en fin, algún gesto que desahogue, porque no tocarlos es una locura.

Este texto, de Marcela Serrano (pertenece a su libro "El albergue de las mujeres tristes") me hace pensar...
pensar en eso que quiero
y que quisiera estirar las manos para tomarlo...
Y me confunden tus amabilidades y delicadezas
porque pones freno a mis ideas con unas pocas palabras...
Y así, la cumbre que escalo en mis fantasías
se derrumba ante una sola frase...
Y me conformo con tocarte...
cada vez menos...
hasta que pueda no hacerlo más...

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