La muerte

Pasa una semana de largo y agotador trabajo... Sale uno con sus amigos, se divierte, ríe y hace chistes, come delicioso... y se va, a disfrutar de los recuerdos de un buen momento...
Y la muerte se atraviesa delante de tí, mostrándote que la vida es efímera.
Y algo, a mi larga edad, podría ser entendible...
Pero entre lo menos comprensible de la muerte es cómo un ser, un pequeño ser, abandona esta vida de manera tan prematura y encima, con tanto sufrimiento...
Un bebecito, que no alcanzó a cumplir ni un año.
Y con un cáncer
¿Cómo le da un cáncer a un bebé?
Un bebé que su familia y sus padres disfrutaron apenas seis meses antes de que les dieran la noticia, de que les dijeran "Está muy grave, pero vamos a hacer lo que mejor podamos"
Es en las grandes crisis que se conoce a la gente.
Cuando vi esa pareja por primera vez me dije "hummm tan jóvenes y ya con un bebé... las van a tener difícil..." aunque el hombre (curiosamente, siempre estoy de parte de los hombres) es un muchacho valeroso y recto, de esos que pocos quedan en el mundo...
Y así, estuvimos en el baby shower, le compramos alguna chuchería al niño por nacer y les deseamos toda la felicidad del mundo...
Menos de seis meses después el tío (hay qué ver cómo se encariña uno de tío, cuando no tiene hijos propios!) nos dice "el bebé está muy enfermo... Y mi novia es una mierda... Le dije y después de decirme que lo sentía mucho me dijo que si íbamos a salir al fin a bailar este viernes..."
Cerramos el círculo de nuestro afecto sobre él -mi pareja y yo- y le ofrecimos lo que necesitara: desde sangre en donación hasta dinero y compañía... Los hombres lloran con hombres, así que preferí dejarlos solos para que hablaran...
Y El Tío termina su relación de pareja al mismo tiempo que mi compañero se va fuera del país...
Y el bebé muere.
No soy entusiasta de los ritos de la muerte, de hecho me fastidian bastante, pero ¿cómo no acompañarlo?
(Ya una vez fallé en acompañar a alguien que me informó de la muerte de un ser querido. Le pedí perdón. Nunca me dijo si me había perdonado o no, pero aprendí mi lección) 
Llego a la funeraria y sus palabras me sorprenden "No sabía que estabas por acá" más sorprendido está con mi respuesta "No estaba por acá... Vine. Vine por tí".
Pobre almita.
Sin pareja, sin mejor amigo y con una familia al menos, tan dolida como él. Obligado a ser fuerte.
Estuve con él todo el tiempo, lo escuché, lo tomé de las manos, lo tomé en mis brazos... ¿qué más podía hacer?
Los odiosos trámites de la muerte, (descubro que desconozco el nombre del bebé, pero al menos conocía el apellido de su padre), la joven madre limpiando con obsesión el cofre de su niño muerto y repitiendo a todos "No lloren, no pueden llorar... Yo le prometí a mi bebé que no íbamos a llorar... ¿por qué llorar si él ya es un ángel?" y pasando una y otra vez una ajada servilleta por la lámina de cristal que cubría la carita de su niño... Contando a todos cuán hermoso había quedado "Parece una angelito... un angelito dormido". Y era cierto.
Lo vistieron con una muda de ropa nueva, y pusieron en su boquita que apenas estaba aprendiendo a sonreír el chupete favorito: cuando se le rompió, le compraron otro y no lo quiso aceptar: era ese o nada, así que estaba golpeado y lleno de cinta... era lo único a qué aferrarse mientras los médicos luchaban con el cáncer en su cuerpo.
Y por todas partes de esa funeraria repartidas las pruebas de lo inimaginable: el muerto era un bebé; el cofre blanco, con un forro de tela brillante de color azul pálido, el anuncio que indicaba que el muerto lo era (esa letra repetida precediendo el nombre "B"), las cintas, hasta el ramo con un globo azul "Baby Boy" (que normalmente se entrega a las parturientas) incluso la homilía, donde la cantante tuvo el desatino de cantar una canción de cuna.
Después el camino al cementerio, donde el trámite suele ser breve: poner el cofre en el horno o en tierra o en la bóveda, un par de oraciones y ya está... Pero en la lotería de la ubicación le ha tocado en suerte al bebé un "penthouse", último piso de la línea de osarios y entonces su madre que había dado muestras infrecuentes de entereza en alguien tan joven, enloquece: que es su bebé, que es de ella, que él no desea estar allá, tan alto que sus padres no podrán acariciar su lápida o ponerle flores... El niño y el cofre ayudan: no caben en el pequeño osario y se debe elegir una tumba más baja. Mientras tanto, la familia y amigas de la madre la calman obligándola a cantar que su hijo es un ángel, cantando "Ángeles de dios".
O el cofre colabora o tendrán que poner al pequeño en un osario de adultos, cosa que su familia no quiere "La idea es que al menos esté con otros bebés" me dice su tío.
Llama mi pareja, y solo el tío y yo valoramos el esfuerzo de una llamada internacional, para que su amigo sepa que él lo acompaña en espíritu mientras yo lo acompaño de cuerpo (firmé el libro de la funeraria con el nombre de los dos).
En tanto, yo recorría el cementerio, (uno de los tantos de mi ciudad) pensando en que esos osarios son mucho más siniestros que los parques cementerios modernos, con pasto, árboles y fuentes...  un poco menos fúnebres, más soleados y donde es más fácil creer que tus muertos están en algún hipotético paraíso...
Tomé algunas fotos, que están en este post.
Vi muchas tumbas de niños, de bebés. Hubo una que me causó mucha tristeza, unos bebés gemelos que murieron tan rápido que no alcanzaron siquiera  la gracia de nombre para recordarlos, en el cemento solo estaba escrito "hijo de..." una pequeña tumba sobre la otra. Pobre madre.
Y pobre de esta madre, esta madre que apenas si llega a los 20 años y que pierde a su bebé en el fin de semana en que se celebra el día de las madres en todo el mundo... Se arruinó esta fiesta para ella, por el resto de sus días.
Entre unas y otras cosas (tocó quitar, a punta de paciencia y serrucho las agarraderas del cofre para que cupiera en un osario para bebés) pasaron un par de horas, hasta que al fín su pequeño espacio fuera sellado. Y como he visto ya en tantos entierros, con la punta de una rosa blanca le dejaron un mensaje sobre el cemento aun húmedo... 
Fué entonces cuando empezó a llover, como si el cielo llorara sobre sobre esta pobre familia, a la que le toca soportar lo peor imaginable, la muerte de esa promesa que era un niñito...

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