Primero un poco de contexto... Y como todo escritor mediocre, el contexto es robado de un autor de literatura universal: Gabriel García Márquez, de quien tomo sus palabras y las acomodo según mi real parecer:
"De pronto le vio, en el gran espejo del fondo, en un ángulo en que podía ver su reflejo en todo su esplendor... Le observó a su gusto con el aliento en vilo, vivió un instante de su vida desde su solitario lugar, y durante más de una hora paseó sin ser visto en el recinto vedado de su intimidad. Tomó una fotografía, una única fotografía, que hizo enmarcar y colgó en su habitación, sobre su cama... por el espacio interior, que había sido ocupado durante horas por la imagen amada»
(cualquiera que haya leído el libro sabe dónde me desvié.... Pero el mismo Gabo dice que la poesía no del dueño sino del que la necesita)
Ya había escrito antes de él, Mi Extraño.
Casualmente un triple choque automovilístico me lo puso al alcance... bueno, decir de las manos es poco, en realidad me lo puso servido de cuerpo entero, y apretado contra mi. Dios bendiga los buses repletos, amén.
Vaya experiencia.
Normalmente salgo muy temprano de mi casa, porque tengo el infravalorado prurito de la puntualidad pero por motivos varios (desde ser obligada a desayunar con todas las de la ley hasta lavarme el cabello) a veces no salgo a la hora exacta que debo y salgo un poco después... Y ese día, así fue.
Verlo basta, por supuesto, pero me hacía miles de conjeturas sobre él: su nombre, su ocupación, su nivel educativo, sus gustos (especialmente los musicales: como tantos otros, yo entre ellos, sale enchufado a sus audífonos) y por supuesto, si tenía pareja.
Ahora puedo tener respuestas paradójicas, ya que al mismo tiempo que me acercan a la verdad, me disparan la imaginación:
Ya sé donde se baja, a que horas sale, y eso, sumado al exiguo contenido de su maletín (casi siempre cuelga lacio de su hombro derecho) me dice que no es estudiante. Debe ser un buen muchacho mensajero (todos los buenos muchachos empiezan de mensajeros, decía mi mamá), que entra a trabajar.
Usa tennis tipo converse y tuerce los pies hacia dentro (igual que yo), lo que le quita gracia al caminar, pero solo una obsesa como yo le mira los zapatos habiendo tanto para mirar más arriba. Es alto y un tipo alto, tiene medio camino al cielo ganado.
Por si el pelo largo no era suficiente indicativo, el hecho de haber olvidado los audífonos en la oficina me dio la oportunidad de saber que oye metal (ni idea cuál, que mi ignorancia de esa clase de música -y de casi toda en realidad- es vergonzosa), lo que no me extraña.
Sé que vive cerca, pero no hacia el sur como yo, vive más al nortecito y tiene una ¿hermana? que es absurdamente parecida a él. Por ese parecido es que no creo que sea la novia... además él es muy joven... no le pongo más de 22 o 23 años.
No es un pobretón como yo -léase, trabajar para mantenerse-, o al menos papi y mami le dan para que se gaste el sueldo de la mensajería en maletín y zapatillas de marca... y en ropa más bien bonita. Si es mensajero, no trabaja en oficina grande, porque nunca va de corbata. O a lo mejor trabaja en un taller de mecánico o es vendedor de un almacén de ropa. Qué se yo.
Casi siempre usa la misma chaqueta gris y camisetas... de lo que deduzco que no es friolento: esa chaqueta no abriga nada.
Tuerce su boquita carnosa en gesto de fastidio al ver que a todos nos toca (ay, qué sufrimiento! :D) apretarnos contra él que va contra la puerta.
Espero volverlo a ver...
Espero poderle hablar...
Espero...
"Beautiful Stranger" - Madonna
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