He de confesar una de mis particularidades:
Detesto hablar por teléfono.
Nunca fui esa adolescente con la que su padre tuvo que luchar para que la cuenta del teléfono no fuera exorbitante, porque muy rara vez usaba ese aparato y cuando lo hacía, solía ser sumamente expedita.
Fuera de tema, recuerdo una vez que me llamó una compañera de colegio, muy tarde y estando yo dormida, le contesté, en piloto automático y le prometí no sé qué, que al día siguiente incumplí porque no solo ni siquiera recordaba qué le había dicho sino haber contestado esa llamada.
El advenimiento de la telefonía celular no me ha cambiado, el del Internet si, porque mientras detesto hablar por teléfono, puedo chatear por horas.
Pero como todo en mi vida, hay sus excepciones.
Y una de ellas es cuando me llaman las personas que aprecio mucho... y dentro de estas muy, muy especialmente, aquellas de las que estoy enamorada.
Por lo general, suelo estar separada del objeto de mis afectos: nunca he vivido con ninguno de ellos y en un par de momentos extremadamente extremos, nos veíamos unas pocas horas a la semana, porque entre el estudio y el trabajo de ambos, se hacía difícil sacar tiempo para estar juntos.
Y cuando se hace bastante difícil estar juntos, una llamada, sentir la voz confortadora del otro al lado del teléfono es indescriptible.
Incluso a veces llama sin razón aparente. Solo por hablar conmigo y para que lo escuche y a veces, me escucha a mí.
Puede que ni tan siquiera hablemos de las cosas que me preocupan o me angustian. Aunque a veces si lo hacemos. Y no necesariamente requerimos soluciones.
Solo que alguien nos escuche y nos diga que todo irá bien. Aun si no fuera cierto.
Jamás reemplaza un buen abrazo, pero a veces tener el teléfono en el oído mientras oigo su voz...
Me tranquiliza, me vuelve a mi centro, hace la vida un poco menos difícil.
Y me da la ilusión de que va a susurrarme cositas dulces al oído cuando estemos juntos por fín...
Y un día yo le llamaré para decirle...
Puede que ni tan siquiera hablemos de las cosas que me preocupan o me angustian. Aunque a veces si lo hacemos. Y no necesariamente requerimos soluciones.
Solo que alguien nos escuche y nos diga que todo irá bien. Aun si no fuera cierto.
Jamás reemplaza un buen abrazo, pero a veces tener el teléfono en el oído mientras oigo su voz...
Me tranquiliza, me vuelve a mi centro, hace la vida un poco menos difícil.
Y me da la ilusión de que va a susurrarme cositas dulces al oído cuando estemos juntos por fín...
Y un día yo le llamaré para decirle...
"I just called to say i love you" - Stevie Wonder
(Una vez lo llamé para eso. Me atendió al teléfono pero no tuvo tiempo para escuchar lo que mucho me costaba decirle. Nunca lo volví a hacer.)
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