Cuando Pedro se bañó en la oficina

Y si, es su nombre real, pero qué mas da, si me expulsó de su vida.
La empresa del que podría llamar mi primer trabajo serio (es decir uno que no era pasantía, ni me pagaban en negro -en mano- y me pagaban prestaciones sociales) era una casa, o para ser exacta, una serie de casas (nunca me quedó muy claro si eran dos o cuatro) unidas por un patio. Esa clase de "oficinas" suelen tener profusión de baños y nuestro despacho, que era una habitación principal devenida en sitio de trabajo por unas divisiones de aglomerado, tenía la ventaja de un baño únicamente para los 2-6 que trabajábamos ahí. Con más de 50 compañeros de trabajo, eso era tremendo lujo.
Como era habitación principal, tenía vista a la calle, donde en la tarde entraban los poderosos rayos del sol y como aun no nos ponían el blackout, se convertía en una caldera hirviente, era una completa agonía mirar las pantallas de la computadora y había que hacer streptease diario porque el calor no se podía soportar.
En una de esas, Pedro, uno de los locos más brillantes que he conocido en mi vida, amenazó con bañarse en la oficina (el baño que teníamos, como era de una ex-habitación, tenía tocador y ducha) a lo que Doc y yo aludimos que había unos papeles estorbando ahí (obvio, esa ducha se había transformado en bodega) por lo que nos retó:
- Si sacan los papeles de ahí, me baño
Doc y yo miramos las carpetas y documentos tirados en el suelo -no eran muchos- y nos miramos a los ojos unos milisengundos antes de inclinarnos y recogerlos para embutirlos en uno de los armarios que había en la habitación.
Y si, Pedro entró a la ducha y se dio un baño corto, helado y refrescante mientras nosotros montábamos guardia.
Salió fresco como una lechuga recién regada y Doc y yo no fuimos capaces de repetir esa hazaña, solo mirábamos con admiración mientras reíamos. 
Al rato llegó Luisa, que no era nuestra jefe (pero vaya que se lo creía) y después de entrar al baño salió secándose las manos con la mini toalla que allí había, a preguntarnos porqué las risas... porque verla con le muy pequeño pedazo de trapo que Pedro había usado para secarse solamente aumentaba nuestra hilaridad.
Pedro tenía cosas buenas y cosas malas, como todos los seres humanos, supongo, y supongo también que no soy el tipo de persona de quien la gente desea ambiciosa desea ser amiga, pues no puedo impulsar sus carreras...
Pero nunca olvidaré ese día, la sensación de travesura y complicidad, las risas, la calidez...
Obvio este no es Pedro, es Bradley Cooper, pero amé la imagen.

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