Vivimos en un mundo donde entre más confíes en una persona, más armas le estás dando para que te castigue.
Es duro vivir así, pero al parecer es peor arriesgarse.
"Con las piedras que te lancen, construyes tu pared" dice el proverbio, pero las armas no solo las usan contra ti, sino también contra aquellos (y aquello) que amas.
Así las cosas, entre lo que extraño está el tener a quien contarle las cosas sin que me juzgue, (tampoco contarle "todo-todo" -Como dice Jorge Amado, el corazón de uno es un oscuro y profundo pozo- pero si la gran mayoría de cosas... incluso contar solo partes, las que pueden saberse), repetirle la misma historia 100 veces con pequeñas variaciones, enfurecer y llorar si es necesario....
Lo que me lleva a lo que de veras me hace falta: alguien que me dedique tiempo, porque no lo hay. Cada quien tiene su vida organizada y yo soy solo un accesorio del que no es necesario estar demasiado pendiente. Y a los accesorios se les desecha con mucha facilidad.
Otro motivo para confiar lo menos posible en las personas, al menos en lo que atañe a mí misma y a mi vida privada.
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