A quién contarle de mis sueños rotos?
A nadie, porque lo primero que debo aprender es que estoy sola.
Basta una sola palabra de la persona adecuada para que mis planes caigan al suelo.
Y debo aprender a recoger los pedazos sin ayuda.
Cada quien tiene su vida y no le sobra el tiempo para problemas ajenos.
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