La comida. Ah! la comida!
La comida y yo siempre hemos tenido una relación cercana.
Me gusta cocinar y lo hago muy bien (a veces me pregunto qué hubiera sido de mi vida si hubiera estudiado para chef).
Me encanta darle de comer a los demás.
Rara vez un regalo mio va sin algo dulce y de hecho me encanta regalar comida: invitar a comer, hacer pasteles, regalar dulces...
Consumo alimento por imperativo biológico, pero también para mi es un acto social.
Cuando he ido a comer cosas ricas (y muchas!) por... "despecho" (tristeza, depre, angustia y demás...) y sola, me siento mal y no solo anímicamente, sino también físicamente, la comida me patea... Y por eso he dejado de comer en muchos sitios.
Por no ir sola.
Y no volver a los sitios donde íbamos.
Por no ir sola.
Y no volver a los sitios donde íbamos.
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No volví al carrito de hamburguesas ni a la pizza cara; tampoco a la económica.
No volví a comer cholao (y eso que tu lo odias) ni chuleta.
A comer chorizos de supermercado o crepes de fruta.
Ensalada de frutas o helados de paila.
Y más que obviamente, no volví a comer la comida de tu madre:
El pescado frito (la cabeza para tú, la cola para mi), la sopa de patacón y albóndiga, el jugo de guanábana, el arroz con verduras o la natilla.
Has cerrado mis horizontes alimentarios.
Me limito a comer lo que haya en casa y ya está.
Adios a un dulce consuelo.
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Envidio a la dichosa que valore lo que significa una comida de tus manos.
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