Contrariamente a lo que todo el mundo piensa, los gatos no solo ronronean cuando están felices y satisfechos, también lo hacen cuando están asustados y tristes, en un intento de sentirse mejor.
Creo que lo mismo pasa conmigo, canto -horrible- cuando estoy feliz, pero también cuando estoy muy mal, en un intento -a veces infructuoso- de no rodar hasta el fondo del abismo.
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