Por frío y soledad.
Llueve también en el fondo de mi corazón
Soy un cero a la izquierda en tu futuro. Estoy tan solo en la periferia de tu vida.
Me ha echado a un lado una computadora,. los problemas con tu familia y tu empleo.
Me inquieta ver que si te pregunto por tu futuro mencionas tus grandiosos planes.. y nunca estoy en ellos.
No estoy, aunque yo he construido mi futuro, no en base a ti, pero si sintiendo que eres el eje de ese universo que deseo crear.
Eso debe ser lo malo de ver programas de terapia de parejas. Los veo por mi costumbre de intentar solucionar la vida de mis amigos, y también, lo confieso, por buscar tips para nuestra relación. Que nos han servido, si, pero el último que vi me dio una estocada doble, como una espada de dos filos.
El primero, por ver que el varón de la pareja, tenía el típico problema de falta de comunicación con su mujer. Desde lo más simple como desconocer el color favorito y el perfume que ella usa (él mismo se lo había regalado) hasta qué cosas la hacen feliz.
¿Qué tanto sé de ti? ¿Cuánto desconozco aun en esta larga relación que hemos construido?
Y la otra es la que inicia este post: descubrir que no hago parte de tus planes a futuro:
Leía en una revista "Selecciones" las 10 características de una pareja con probabilidades de triunfar. y una me llamo la atención, pues nunca la había visto en ninguna otra publicación: "el Círculo Marital Defensivo" en el que cada miembro de la pareja protege al otro a costa de su propia vida, y que si funciona de forma correcta, la protección y el apoyo es total, pues el uno cuida del otro. Y solo se consigue con sincero amor, afecto, aprecio... bueno, que no es ninguna broma."No hay en vuestras abominables costumbres occidentales una mujer en tus sueños?"
"No en mis sueños, pero rondan sus extremos"
Recordé un episodio en concreto que me hizo sentir que sostengo "medio círculo marital defensivo": Un día íbamos por el Sector de La Candelaria (puras calles en subida y adoquines en el piso) cuando con mi conocida torpeza, resbale en una de las varias bajadas (para comodidad de los paraplégicos y tormento de los peatones con tenis de suela lisa y de las oficinistas con tacones altos) y caí en el piso, a todo lo largo. ¿Tu reacción? Gritarme. "Ten cuidado, fíjate donde vas, ¿Qué te pasó?"
Los tres segundos más largos de mi vida... Y culminaron con tu grito de indignación, por la vergüenza que te había hecho pasar. Solo me levantaste cuando viste lágrimas de dolor (físico -la hinchazón en mi rodilla duro mas de dos meses y los morados mas de tres- y emocional) en mis ojos.
Soy más fuerte que tu, y salvo alguna propensión -mía- a "besar el piso" por lo general te protejo bien. Prueba de eso es que nunca te has caído cuando vas conmigo, en parte por tu mayor equilibrio y en parte porque cuando has vacilado mi mano firme te ha defendido con el mismo coraje con el que me hice sacar de una sala de recuperación de cirugía por fijarme qué medicamentos te estaban dando.
Ciertamente que resultas reconfortante (nada me tranquiliza más que estar entre tu brazos y una de las cosas que has aprendido en este tiempo juntos es que rodearme fuerte con tus brazos en un excelente remedio para mis rabietas) pero se supone que el círculo solo funciona como el amor: si es mutuo. Si es correspondido. Eso sumado a mi virtual inexistencia en tu futuro me genera inquietud. Desazón.
Lo único que me consuela es tener la fortaleza de renunciar a las cosas (para decirlo con exactitud a esa persona) que deseo por mantener el delicado equilibrio de esta relación. Solo el tiempo me dirá si tal sacrificio valió la pena (aunque ya lo vale por motivos que no voy a explicar en este post).
Y seguiré pensando, que este tema es de largo aliento.
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