Agridulce

En este lugar pasé uno de los momentos más románticos y también uno de los más tristes de mi vida.
El primero fue cuando una persona amada me pidió que fuera su novia. Una declaración sin muchas formalidades (estábamos simplemente sentados en la calle, cuando me tomó de la mano y me lo pidió) y después fuimos allí a beber algo... la decoración de paneles de madera y camisetas deportivas era tan adecuada para nuestro estado de ánimo... nos mirábamos embobados y tan felices que una de las atracciones del lugar, un mago que hacía trucos de barajas para los clientes notó de inmediato que éramos una pareja... Allí empezó la costumbre de que siempre pruebo su cerveza (suele ser más rica que la mía).
Fue un momento tan bello y tan especial...
***
El segundo fue poco más de un mes después cuando celebré su cumpleaños... Dioses, me esforcé mucho para darle un montón de pequeñas cositas que le demostraran cuanto le quería: un cuentito hecho a mano, un pisapapeles también hecho por mi y otras cosas más.
Por supuesto, no olvidé el pastel de chocolate, su favorito... pero este debimos ir a comerlo fuera y no porque hubiera problema en el sitio en sí sino porque... cuando empezó a llenarse el sitio, el miedo de que le vieran conmigo se apoderó de él y sin siquiera disimular su aprehensión me sacó de allí.
Resistí el resto de la noche (es más, traté de entender sus motivos) pero llegué a casa a llorar. Ahí empecé a despedirme de él. Y prometí que nunca jamás volvería a pisar ese lugar. Jamás.
Poco más de 24 horas después ocurrió un incidente tan grave que me convenció que nada de lo que yo hiciera sería suficiente para él. Un sensación que aun no se disipa del todo.
***
Ahora ese sitio está en venta, lo que significa que en efecto nunca lo voy a volver a pisar (aunque volviera al lugar geográfico, ya no sería igual) y en cierto modo, me alegra.
Puede que signifique el fin de una época...

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