A las hadas les gustan los dientes de león






Quizá porque pueden jugar entre ellos, flotar en sus flores y acariciarlas sin peligro de que sus frágiles y valientes semillas echen a volar antes de estar preparadas.

Ellas, como las flores de esta planta son ingrávidas y delicadas, remontan el viento y buscaran un lugar abrigado para descansar, donde protegidas del viento frío de la noche sueñen sus sueños imposibles... Hasta que el sol de la mañana sacuda sus alitas y las remonte de nuevo hasta el cielo...

Donde irán llevando en sus manos una semilla mágica, una cipsela...





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