Corazones rotos

Primero que nada:
¡Ya hubiera querido en serio poder (tener el poder) de romperte el corazón!
Obvio, lo digo un poco en broma, no creo que lo hubiese podido hacer, ni aunque te hubieras puesto en mis manos, cosa que no sucedió.
Y creo que ese es el motivo de este post, que venía pensando en escribir desde hace algunas semanas y tu comentario en broma sobre tu corazón roto por mi causa me decidió.
Una noche de largo insomnio en la que mi mente no podía procesar más datos ni cifras del trabajo, mi mente se desvió hacia ti.
Es raro, cuando las cosas están más complicadas en mi vida, siempre termino pensando en tí, quizás porque fuiste en mi historia el summum de la complicación, tanto, que  muchos años después de tener que dejarte ir (Ja!, como si yo lo hubiese podido decidir), sigues siendo un acertijo sin resolver.
Pensaba en por qué fracasó lo que sea que hubiéramos tenido (entre otros acertijos, no sé qué nombre darle a esa relación) y se me ocurrió esta razón (entre otras miles de calamidades):
Hay dos tipos de personas: los dadores y los receptores (habrá algunos equilibrados, pero creo que, en general, todos nos inclinamos más hacia uno u otro extremo).
Por si los nombres no son obvios, pues me explico: 
  • Los dadores son aquellos seres que gozan dando, dando todo: su tiempo, su cuerpo y su dinero. Todas las acciones (y claro, los sentimientos) que entregan los llenan de felicidad. Y eso es bueno, aunque en mi experiencia, dependiendo de qué tan equilibrados sean, no disfrutan tanto recibiendo y en casos extremos (donde no hay reciprocidad en lo que dan) se hartan y mandan todo al demonio.
  • Los receptores son aquellos que piden, y por tanto esperan recibir. Retribuirán en mayor o menor medida, pero solo después de han recibido (también en mayor o menor medida, supongo), y en casos extremos, si no reciben lo que sienten merecer, pues también se irán.
Y entonces, partiendo de ese panorama, los que me conocen saben qué tipo de ser soy: Una Dadora.
Y lo soy a tal extremo que una vez incluso me preguntaste si me disgustaría que alguien me diera un regalo costoso.
Y no es que no sepa recibir nada, nunca: me han dado regalos conmovedores: la bufanda de Gato que me dio Desi, por ejemplo es una de mis posesiones más valiosas.
Pero....
Viendo tu relación con tu pareja, me da la sensación de que se complementan bien: tú eres un dador no muy extremo (solo lo pude descubrir a la distancia, y después de mucho tiempo) y ella una receptora y supongo que hay suficiente reciprocidad por lado y lado como para que continúen juntos.
¿Cómo, pues hubiera podido darte felicidad si tu sentías que no podías darme nada?

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