Sebastián, por Boticelli |
Sebastián, hijo de familia militar y noble, era oriundo de Narbona, pero se había educado en Milán. Llegó a ser capitán de la primera corte de la guardia pretoriana. Era respetado por todos y apreciado por el emperador, que desconocía su inclinación como cristiano por lo que fue denunciado al emperador Maximino quien lo obligó a escoger entre ser su soldado o seguir a Jesucristo y lo amenazó de muerte, pero Sebastián, se mantuvo firme en su fe. Enfurecido Maximino, lo condenó a morir asaeteado: los soldados del emperador lo llevaron al estadio, lo desnudaron, lo ataron a un poste y lanzaron sobre él una lluvia de flechas, dándolo por muerto. Sin embargo, sus amigos que estaban al acecho, se acercaron, y al verlo todavía con vida, lo llevaron a casa de una noble cristiana romana, llamada Irene, que lo mantuvo escondido en su casa y le curó las heridas hasta que quedó restablecido.
En el bello (pero complejo) libro "El amante lesbiano" se maneja una interesante y poco santa teoría acerca de cómo lo resucitaron. He de decir que me encanta.
Es hasta donde sé, es el patrono de Río de Janeiro (es el santo de la catedral metropolitana) y es uno de los santos más representados por los pintores, porque seguramente la idea del martirio era seductora para el tema... tanto, que así como muchas imágenes de santa Teresa se consideran iconos del placer femenino, la imagen de San Sebastián se ha apropiado por los colectivos gay, porque casi siempre se trata de varones sexys y con una actitud donde el dolor y el placer se mezclan.
Después del esfuerzo por salvarlo, Sebastian derrocha su nueva vida sirviéndola en bandeja al emperador, que esta vez se asegura que el trabajo quede bien hecho.
San Sebastián, santo que insistía en tropezar con la misma piedra...
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