A veces pienso en estar contigo.
No en el sentido romántico, de desfilar juntos por la noche recitándonos poemas mientras cogidos de la mano...
Aunque cogidos de la mano si andamos.
Digamos, que la última noche que estuvimos juntos (cuando me arrunché un ratito a tu lado en el sofa-cama que te tocó en turno, una vez que la fiesta terminó) estando a tu lado, metida entre tus brazos me hice la pregunta "Bueno... y porque yo nunca con él...?".
La última vez que fui a tu casa y vi tu amplia cama y tu aún más amplia biblioteca pensé una vez más en cuánto me excitan los cerebros (y es que me tardé casi 30 años en descubrirlo) y siendo como eres, pues habríamos sido felices juntos, porque somos personas adaptables y a las que nos gustan las mismas cosas...
Pero bueno.
Lo que pensé contigo y tu cama no fue en sexo desenfrenado (aunque casi te beso -te besé?- cuando me arrunché a tu lado) sino en compartir tu cama con algo así:
Es decir estar juntos, cada quien leyendo sus cosas (si fuera ahora, yo estaría leyendo el último libro que me regalaste y tu tendrías algún libro de historia de hojas amarillentas y quebradizas en las manos) y de vez en cuando levantando la cabeza para compartir fragmentos de la lectura.
Cuando estuviéramos ambos interesados en un buen libro (y hay tantos...!) podría ser esto:
|
Reclining Couple Reading a Love Letter de Kikugawa Eizan |
Y al final qué?
No sé, tal vez arrunche (nos hemos arrunchado varias veces, aunque nunca hemos dormido juntos ni una siesta), o esos comentarios que se hacen entre las personas que se conocen muy bien y se tienen mucha confianza, la comodidad de estar juntos sin esperar nada más.