Casi todo el mundo sabe a qué se refiere uno cuando uno menciona "Lolita".
Aunque no sepa exactamente de dónde viene el término, sabe que viene de un libro y que se hace referencia a las niñas muy seductoras que atrapan con su encanto a hombres mayores.
Digamos que si necesitan más información, pueden leer el libro aquí
No voy a hablar de las lolitas, que de ese fenómeno se consigue información por montones. Voy a hablar de mi y de mi experiencia. De mi experiencia con un "lolito"
"Lolita" - Orquesta Mondragón
Porque si, yo la tuve.
En esa época (tenía quizás 19 o 20 años) trabajaba como maestra en una escuela primaria, donde me ocupaba de hacer reemplazos ocasionales de otras docentes y colaboraba con el apoyo de tareas. Como resulté no ser tan mala maestra, pues me contrataron de tiempo completo. Fue allí que lo conocí.
Ahora está de moda ser Cougar, pero con todo y eso, que una damisela de 20 años se fijara en un pequeñuelo de 9, claramente raya lo enfermizo... como lo que sentía el protagonista del libro, Humbert, por Lo.
Hermosa Faunesa tomada de http://amandakathryn.deviantart.com/gallery/ |
Vamos a darle a mi pequeño un nombre, llamémosle Kevin, porque si recuerdo que tenía nombre gringo (recuerdo de sobras su nombre, para qué voy a mentir...) y Kevin no tenía nada especial: era una chico morenito, bajito, eso si con una sonrisa que encandelillaba y con unos ojos coquetos. No menciono más atributos, porque realmente no los noté... Tenía un aire difícil de definir... algo que resultaba perturbadoramente atrayente, indescifrable y que uno no se imagina en alguien de esa edad y menos aun si es varón; Era un pequeño bandido y sabía muy bien lo que se hacía cuando me cogía de la mano y peor aún cuando se me sentaba en las rodillas. Era un pequeño monstruito que probaba sus dientecitos (de leche) en mi carne.
Sin ser un niño especialmente bonito, tenía éxito entre las pequeñas de edades similares y como una miniaturizada versión de Don Juan, se extendía en nuestras conversaciones sobre cuántas novias tenía, en donde y qué le daban por tener participación de su persona (porque así era: cada una tenía derecho a a ciertos días o ciertas horas, como en los tiempos compartidos) y como Humbert, yo me preguntaba hasta donde habría llegado en sus jueguecitos infantiles.
Obviamente que nunca le dejé ver ni por asomo los malvados pensamientos que me inspiraba, que ya eran suficientemente perturbadores para mi misma esos sentimientos como para ir a torcerle la mente a un niñito con ellos. Resultaba ocasionalmente obvio para sus compañeros que era uno de mis preferidos, pero un par de veces igual cumplí con mi deber y le llamé la atención, lo castigué una vez (no lo dejé jugar fútbol hasta no terminar una tarea) y traté de portarme lo más ecuanímemente que me fuera posible.
Estuvimos juntos dos años, dos largos años en donde le vi crecer, coquetear, disfrazarse, pasar y perder evaluaciones... dos años en que le canté, lo arrullé, me asusté mucho cuando se le atoró una espina del pescado del almuerzo en la garganta (no pasó a mayores), le tomé varias fotos (muchas de ellas hoy perdidas... que en esa época no había cámaras digitales y hubo muchos rollos que no revelé por caros), lo senté en mis rodillas, le conté cuentos, le expliqué las tablas de multiplicar, le enseñé a usar un PC, le celebré los goles... todo lo que una maestra hace, además de algunos agregados, como enseñarle a trepar muros, hacer origami, maquillarse (para los disfraces, malpensados), preparar masitas....
Él se fue de mi vida, para alivio mío, no tuve que matar a nadie en venganza, no me enamoré, pero sin embargo aun, de vez en cuando, me pregunto cómo estará, cómo será y si seguirá causando el mismo efecto....
Sin ser un niño especialmente bonito, tenía éxito entre las pequeñas de edades similares y como una miniaturizada versión de Don Juan, se extendía en nuestras conversaciones sobre cuántas novias tenía, en donde y qué le daban por tener participación de su persona (porque así era: cada una tenía derecho a a ciertos días o ciertas horas, como en los tiempos compartidos) y como Humbert, yo me preguntaba hasta donde habría llegado en sus jueguecitos infantiles.
A que no sabían que Navokov era un experto en mariposas. Aquí las que llevan su nombre |
Estuvimos juntos dos años, dos largos años en donde le vi crecer, coquetear, disfrazarse, pasar y perder evaluaciones... dos años en que le canté, lo arrullé, me asusté mucho cuando se le atoró una espina del pescado del almuerzo en la garganta (no pasó a mayores), le tomé varias fotos (muchas de ellas hoy perdidas... que en esa época no había cámaras digitales y hubo muchos rollos que no revelé por caros), lo senté en mis rodillas, le conté cuentos, le expliqué las tablas de multiplicar, le enseñé a usar un PC, le celebré los goles... todo lo que una maestra hace, además de algunos agregados, como enseñarle a trepar muros, hacer origami, maquillarse (para los disfraces, malpensados), preparar masitas....
Él se fue de mi vida, para alivio mío, no tuve que matar a nadie en venganza, no me enamoré, pero sin embargo aun, de vez en cuando, me pregunto cómo estará, cómo será y si seguirá causando el mismo efecto....
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