domingo, 10 de septiembre de 2017

Llanto

Me odio cuando lloro.
Llorar me recuerda lo débil que soy, que no puedo enfrentar mis cosas sola, que necesito ayuda aunque sé que esa ayuda no va a llegar, que como siempre solo cuento conmigo y nadie más.
Agradezco la puerta de mi cuarto y a mis dos almohadas que me permiten aislarme y llorar con solo mi voz interior para recordarme que llorar no sirve de nada porque nadie va a consolarte porque tu llanto no ayuda a solucionar nada.
Cómo siempre la culpa es mía por pedir a la vida lo que no he de alcanzar, por pedir quizá lo que tampoco podría dar.
Pero es lógico. Tu vida y tus problemas, tu llanto no detiene al mundo, que sigue girando, dejándote al margen porque nadie tolera a los llorones. Porque llorar es un ejercicio inútil del narcisismo de creer que importas algo.
Y uso el llanto como otros usan el licor, hasta que la cabeza me explote y no quede más que dormirme de agotamiento y de tristeza

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