viernes, 24 de julio de 2015

Un vida idílica...

Obvio, para ti Steven, porque ¿para quién mas?
En un universo lejano, en un mundo paralelo, nos conocimos antes de tener pareja.
Borré al perro. Obvio
Y fue tal la irresistible atracción (y tu persuasión, un poco más libre de dolor y prejuicios) que decidimos hacer una vida juntos.
En esa vida (por descontado) hay un gato.
Hay dos niños, Juan Román y Juliana, que aprenden de mi la magia que ofrece la lectura, de ti la belleza y utilidad de las matemáticas y de ambos una mente abierta en la música y en la cocina.
Nos da por dedicar parte de los sábados a cultivar tres macetas de hierbas aromáticas y matas inútiles que tenemos solo por el placer de embarrarnos las manos, y mientras en la tarde te trasnochas haciendo diseños yo haría los almuerzos de la semana y fabricaría collares.
Lo domingos salimos un rato, más que nada a ver corretear a los niños, mientras devoro un algodón de dulce (y después necesito litros de agua para pasarlo, pero no me les resisto). Después, un par de películas aptas para todo público y mientras los niños organizan sus útiles y uniformes, tu harías más diseños, porque siempre hay mucho que hacer ahí.
A veces te demorarías más de la cuenta haciéndolos y después de dormir a los niños (cada niño en su habitación) me metería desnuda a esperarte en la cama.
Te acostarías tan tarde (y tan cercana a la hora de volver a despertar) que finalmente no haríamos nada, pero te abrazarías a mi cuerpo y con un beso caerías rendido hasta que la suave melodía de mi despertador (sabes que odio despertar con ruido) me sacaría de la cama.
Jugo de naranja por todo desayuno y despachar a los polluelos al colegio con una lonchera llena de cosas de comer y sacaríamos nuestros almuerzos de la nevera (ni soñar que se cocinara todos los días... cuando viví sola aprendí a hacer platillos congelados) junto a dos o tres snacks saludables (manzanas, galletas de canela, un beso) y a correr al trabajo.
Quizás sacaríamos algo de tiempo para chatear desde el trabajo mientras vuelves a tratar de convencerme que debería usar la bici como medio de transporte, como haces tú, que llegas el primero a casa, así que recoges a los polluelos del cole (en jornada completa y ayuda de tareas por las tardes).
Cuando al fín llego, cabreada con el transporte público de esta ciudad caótica, me esperas con un café y un sandwich, que comemos todos mientras los polluelos piden ayuda con tareas complicadas o nos cuentan sus hazañas escolares.
De nuevo te trasnocharías haciendo diseños, así que a riesgo de maltratar la economía familiar (y después de dejar a los chicos acostados en sus respectivas habitaciones y con la puerta cerrada) me pongo una bata sin nada debajo y me siento en tus rodillas, dejando que se abra y te distraiga del trabajo....
Así logro que al menos un día te metas temprano en cama...

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